Te supongo despierto a estas horas. Te supongo un poco como yo, medio insomne, luchando entre quedarte o caer. Te supongo escuchando una respiración que, aunque cercana, te lleva a una paz muy lejana, o no. Te imagino sosteniendo tres raíces abiertas en la punta de tus dedos.
Sólo quería decirte que anoche sentí el mordisco de un dinosaurio. Uno pequeñito, un compsognathus, estaba durmiendo y me mordió. Era un sueño, claro, pero el dolor fue real.
Sin reparar en esto, te supongo apagando el ordenador y yéndote a acostar, a respirar.
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